El chico Rubio grito de lejos por entre las tumbas:
- ¡Encontre el más extranjero! Es escandinavo.
El chico moreno acudió al lugar, miro el apellido y le dedicó especial atención a las raras o con palitos atravesandolas.
- ¿Willumsen? Es eso sueco... noruego? - Pregunto el moreno con curiosidad.
- Apostaría que es noruego... No, ¡es danés! ¡Aabenraa es un pueblo danés!
- Entonces creo que vas ganando, has encontrado el apellido más extranjero...
- Fijate en las O con rayitas, ¿No son curiosas? - Destacó el rubio.
- Acuerdate que yo encontré el apellido más dificil de pronunciar... vamos uno a uno. - Contesto suspicaz el moreno.
- Te apuesto que no encuentras otro apellido danés en todo este cementerio.
- ¿Y que harán estos daneses acá? Cecilia Seit Willumsen y el de abajo se llama Frederik... Apuesto que eran un matrimonio.
- Yo creo por el apellido, a menos que fueran hermanos...
La lápida negra se encontraba sobre un pequeño jardín cercado. Los arbustos que la rodeaban eran frondosos y a la vez provocadores. El conjunto era muy armónico y atrayente.
- Me gusta esta tumba. - Dijo el moreno con aires nostálgicos.
- Sí, es linda, sigamos.
- No, espera, esta tumba tiene algo más. ¿Cómo habrá muerto Cecilia?
- ¿Quién sabe? Tenía como sesenta años, debe haberse enfermado. - Respondió pensativo el rubio.
- Que mal que nadie le preste a esta tumba la atención que se merece.
- Me encantaría saber que paso con estos daneses.
- Espera un momento... - Dijo el moreno petrificado.
- ¿Qué? ¿Los guardias nos van a echar?
- Mira eso... ¡Míralo!
El chico moreno apuntó algo que se ocultaba entre los matorrales que rodeaban la lápida. Ese algo no estaba a simple vista y al rubio le costó un poco distinguirlo.
- ¿Es eso lo que creo que es? - Dijo el rubio un poco sorprendido.
- Una carta... sellada, por el color debe de ser viejisima...
- Si no estuviera esta reja podríamos sacarla... Pasa demasiado desapercibida, hay que sacarla.
- No se... Suena peligroso, nos puede ver un guardia.
- ¿Y? - El rubio lo miró con picardía.
- Ya bueno, hagamoslo rápido.
Después de discutir sobre quien debía pasar, el moreno cedió y con su agilidad característica saltó la cerca, mientras el rubio daba vueltas por el lugar vigilando que ningun guardia llegue. Después de varios minutos, en los que el moreno hacía maniobras acrobáticas para sacar la carta sin dañar ni una sola hoja, se escucha al rubio anunciando un guardia en la cercanía.
Con toda la adrenalina propia del momento, el moreno escaló la reja y se le quedó un pie atrapado en el matorral. El rubio quien no podía dejar solo a su amigo, fue en su ayuda. Juntos, corrieron por el cementerio dejando atras a un molesto guardia subido de peso muy cansado y sudando por la pequeña persecución.
- Vamosnos, veamos la carta afuera. - Dijo el rubio, mientras se acercaban a la salida del cementerio.
Unos minutos después sanos y salvos abrieron el misterioso documento, las o con rayitas saltaron a la vista nuevamente y como ninguno de los dos sabía danés, se limitaron a mirar el remitente. Nikolaj Bøgdal, en la ciudad de Aabenraa.
- Que raro... él debe ser el... no se me ocurre quién puede ser, pero si el remitente vive en Dinamarca... ¿Por qué esta carta nunca fue enviada entonces? ¿Cómo fue a parar a esa tumba? - El moreno se hacía miles de preguntas a la vez.
- Yo creo que algo tiene que ver con esa Cecilia, ella nació en Aabenraa... Talvez es un amigo, no sé.
- Puede ser, pero es como rara, de hecho me llama la atención que este escrita el mismo año en que ella murió... 1934.
- Espera un momento... Yo me se solo una frase en danés y esta escrita acá... Jeg elsker dig. - Dijo asombrado el rubio.
- ¿Y qué significa?
- Te amo. - El rubio y el moreno se miraron, estaban pensando lo mismo... Cecilia era todo un misterio.
II
Cecilia Willumsen nunca fue feliz, creció en un pueblo danés llamado Aabenraa, en una familia trabajadora y numerosa. Cecilia tenía muchos amigos, una personalidad agraciada, una voz de diosa y una belleza incomparable. Todos estos atributos se transformaron en su desgracia, ya que al cumplir los 16 años fue obligada a casarse con un adinerado y serio joven de Løgstør, Frederik Willumsen era su nombre.
Después de unos infelices primeros años de casamiento, Cecilia conoció a su amado, un esforzado joven de su mismo pueblo llamado Nikolaj. Se enamoraron, vivieron su romance a escondidas de todos, y planeaban escaparse juntos para empezar una nueva vida.
Frederik truncó estos planes al descubrirlos un día en el bosque mientras paseaba en su caballo. Días después el matrimonio Willumsen tomaba un barco hacía Magallanes, la nueva tierra inexplorada donde Frederik quería empezar un negocio. Cecilia, al pensar en su amado y en su tierra no pudo hacer nada más que llorar durante todo el trayecto.
Al llegar y ver una tierra tan diferente, Cecilia se sentía cada vez peor y ya no aguantaba estar un segundo más en su nueva ciudad, Punta Arenas. Así los días pasaron, Cecilia seguía sufriendo por Nikolaj y Frederik se ponía cada vez más duro con ella.
- ¿Quieres ir conmigo a dar un paseo? - Le preguntaba con autoridad. - No te hace bien estar tan encerrada en este lugar, vas a morir.
- No me importa morir, de hecho lo prefiero antés de seguir acá, tan lejos de mi vida, de mi tierra, de mi amado. - Frederik le pegó una bofetada que la tiró en el suelo.
- No vuelvas a hablar así. Las cosas son bien claras. O sales conmigo, o no sales. Tu decides. Me voy. - Dio un enorme portazo. Minutos después entro una criada danesa con un plato de comida.
- ¿Le volvió a pegar señorita Cecilia? No me gusta verla así. Levantese, venga, coma la comida, le hará bien.
- No quiero volver a comer en mi vida, quiero morir. - Dijo Cecilia entre lagrimas.
- No diga eso, hay mucha gente que la quiere.
- Pero no acá. Necesito a mi Nikolaj, no tengo manera de contactarme con él. No puedo salir de esta casa sin estar acompañada de ese rufián.
- No se preocupe, acá los indios son muy peligrosos, un día de estos alguno puede matar al señor y usted podría quedar libre para volver donde su amado.
- Preferiría que alguno me mate a mí primero, ya no aguanto esta vida. Si no fuera por usted, no tendría con quien hablar... La vida no tiene sentido.
Los días, los meses y los años pasaron, Cecilia aprendió a vivir con la tiranía de su marido, subyugada a la letanía de vivir alejada de su Nikolaj, a quien amaba cada día más. Debido al encierro, su salud se deterioro mucho, ya no podía caminar y todo le costaba el doble.
Un día antés de morir, llamó a su criada danesa, su unica amiga durante los años de dolor en Magallanes, sabía que el final se acercaba.
- Muchas gracias por todo. Creo que nunca se lo he dicho. - Tartamudeó la anciana Cecilia con lagrimas en los ojos.
- No lo necesita, yo siempre estaré acá.
- Tengo que pedirle un ultimo favor... antés que llegue la hora, se que esta próxima.
- Señora no diga eso, usted aun tiene fuerza. Usted no va a morir.
- Sí, lo haré, será muy pronto, lo siento, no hay nada que pueda hacer, solo una cosa me gustaría antes de dejar esta tierra.
- Digame señora, lo que usted quiera.
- En ese cajón, hay una carta para mi querido Nikolaj, me gustaría que al morir, fuera enviada hacia él.
- Como usted guste, no se preocupe. Voy a traerle la comida.
- No gracias, quiero dormir, muchas gracias por todo.
Al día siguiente, cuando la críada entró en la pieza Cecilia ya no respiraba. Fue un funeral corto y preciso. La lápida estaba rodeada de plantas y una reja, como Cecilia siempre quiso. Sucedió un 3 de Enero de 1934.
Cuando la criada danesa entró en el cuarto de Cecilia para empacar sus cosas, se encontró con Frederik sujetando la carta. Todo estaba revuelto lo que indicaba que estuvo revisando la pieza.
- Eso no es suyo, dejelo ahí. - Dijo la criada con miedo y a la vez desafío.
- ¡Callate! Esta carta jamás llegara a manos de ese mequetrefe, de eso me aseguraré yo.
- No... Paseme eso, es de la señora y fue su ultimo deseo antes de morir.
- ¡Tu no me vas a decir que hacer! - Y de un golpe la tiró contra la pared quitandole la vida.
Frederik se dirigió a la recién cavada tumba de Cecilia. La miró con desprecio y escondió la carta entre los matorrales, después se deshizo de la llave de la reja, entonces jamás podría ser abierta.
- ¡Traidora infeliz! Llevarás esa carta como un calvario de tus pecados, no permitiré que seas feliz, estes donde estes. Con Frederik Willumsen nadie juega.
Años después el tirano murió en una revuelta de indios, su cuerpo jamás se encontró, pero pusieron su nombre en la lápida. La sirvienta tambien fue enterrada por ahí, su nombre era Ann, y al no saber su apellido la bautizaron Willumsen.
La carta permaneció en ese lugar por casi cien años, esperando ser encontrada, esperando porfin llegar a su destino.
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Me quedo largísima la historia, se me ocurrió al ver la foto, ya que hoy día fuí con un amigo al cementerio y encontramos esta lápida un tanto llamativa. Espero que no sea muy aburrida.
te odie te odie te odie te odié
ResponderEliminararrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
robon de ideas ¬¬ yo queria investigar sobre los Willumsen :(
ah mas ajaja le agregaste todo tu elemento ficticio
es probable que no te odie :)
los indios son peligrosos ajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja
ResponderEliminarel rucio tonto po, eres todo un estereotipo XD
esta buena
ResponderEliminarayer 6 wuo
con quien fuiste al cementerio ?
uhhhh xD
ResponderEliminarseco~
no te voy a criticar nada :S aunque deberia XD
haha nah~
buen trabajo~ pero suena como inconcluso XD
Hola, muchas gracias por tu visita a mi blog. En cuanto al tuyo, acabo de leer tu relato y me gustó mucho, es extenso pero lo leí de un tirón curiosa por la historia. La única corrección que te haría: la aclaración tuya del final: no es necesario, el relato está bueno. saludos y nos vemos, si?
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